Italia (28/09/2011 – 06/10/2011)

Y finalmente volvimos a mi país menos favorito, por decirlo de una forma simpática. Luego de haber estado en 12 aeropuertos en el últimos mes, en el decimotercero, primero de Italia, vimos que nos cobraban 2 euros por usar los carritos para llevar las maletas. Después de recoger nuestro equipaje, fuimos en busca de nuestro auto, que «sólo» tenía dos choques en la parte delantera. Al llegar vimos que estaba golpeado por todos lados y le avisamos al encargado de los golpes, que se molestó ya que justificaba los golpes diciendo que era un auto usado, no hay problema, pero marcalos en la planilla que no quiero que toquen los 1200 euros que me bloquearon en la tarjeta de crédito. No obstante eso, cuando ya nos estabamos yendo felizmente, nos dimos cuenta que el tanque estaba en 7/8, volvimos, y nos dijeron que era que estaba lleno, pero que andaba mal el medidor, curiosamente las tres veces que llené el tanque posteriormente, anduvo bien. Así nos recibió la bella Italia.

El primer día lo dedicamos a caminar un poco por el centro de la ciudad. Que es realmente increíble, fuimos a la fontana di Trevi, Campo di Fiori, Piazza Navona,  Monumento a Vittorio Manuele II, y muchísimos otros sitios, sin contar las maravillosas basícilas, que refuerzan el asco hacia la Iglesia Católica, y digo iglesia y no fe, que son dos cosas totalmente distintas.


Hablando de asco y ostentar, el segundo día estuvo dedicado a la Ciudad del Vaticano, de cuyas obras ya he hablado en otra entrada, sin embargo y a pesar del rechazo que generan las mimas, uno no puede evitar sentirse conmovido debido a la hermosura, inmensidad y detalles de las mismas.



Nuestro tercer día en la capital italiana lo dedicamos en visitar varios de sus puntos que ambos desconocíamos, lamentablemente, como no podía ser de otra forma, el circuito consistió básicamente de iglesias o basílicas, haciendo algunas escalas en el foro romano o de vuelta en la famosísima fontana. Volvimos al camping para prepararnos para nuestro próximo destino. Florencia.


En Florencia pasamos a penas una tarde, que bastó para visitar la Galería de la Academia, donde se expone el impresionante David de Miguel Ángel, el Duomo y el Puento Viejo, una abominación que sólo puede ser considerada pintoresca (aclaro que este término para mí tiene una connotación negativa, ya que expresa que algo es desagradable pero la sociedad ha confabulado para demostrar lo contrario, ya se por el capricho de algunos pocos, del mercado o del turismo) en Italia. Finalmente continuamos nuestro camino a Pisa.

A Pisa llegamos de noche, sacamos un par de fotos al error arquitectónico más grande de la humanidad aun conservado y nos volvimos al hotel. Al día siguiente asistimos a la misa en la catedral, ya que era la forma gratuita de entrar a la misma, y participar de la ceremonia. Luego, finalmente, nos encontrábamos rumbo a Parma, o más precisamente, Salignano, hogar de una amiga de Ani, que nos recibió por 5 días como si fuéramos de su familia.


La amabilidad de Gloria, argentina, pero que se sentía mas italiana, junto a la de su esposo Giuliano, italiano, que se sentía más argentino, y su hija Carla exiliada en Italia, pero auténtica argentina, fue la que me hizo no llevarme un gusto tan amargo de este hermoso país.


Nuestro sexto día en Italia, estuvo dedicado a Portovénere, puerto donde comienza el recorrido para visitar Cinque Terre, donde descubrimos que dicha visita era tomar un barco que te llevaba a cada una de las tierras, para tomar un café comprar algo y volver hacia la siguiente, como dicho recorrido no encaja con nuestros ideales ni mucho menos con nuestro presupuesto, así que decidimos quedarnos en la playa, nadando en el agua tan transparente como la de Palma, pero un poco más fría, aprovechando la gentil primavera que nos dejaba bañar en octubre.


El séptimo día en las tierras que otrora perteneciera a los emperadores, fuimos rumbo a Venecia, casi unos 300 kilómetros nos separaban de aquel destino que nosotros no alcanzaríamos sino que nos desviaríamos hacia Treviso, donde vive Mánsica, tía de Mariana, sobrina de su Abuelo. Allí, sin su dirección, nos dirigimos. Aunque no fue fácil encontrar su casa, lo hicimos, merendamos un rico cafe con torta cocinada por Mánsica, le dejamos una foto que nos habíamos sacado en una anterior visita y volvimos a Solignano, sin antes sacarnos más fotos con la señora, una de ellas, subida al Peugeot 406, el cual no le gustó por tenere caja manual.


El día siguiente, también estaría dedicado a reencuentros familiares, pero esta vez Ionne sería la afortunada. Con intenciones sólo de visitar el pueblo donde había nacido y vivido algunos años su abuela, partimos con destino a la provincia de Alessandria, con una dirección, por si acaso de una familia con su mismo apellido, que habíamos encontrado dos días antes en las páginas blancas de Italia, gracias a la magia de internet.Así fue cómo llegamos a Paderna, un pueblo de 240 kilómetros congelado en el tiempo. Estacionamos el auto en la plaza principal y preguntamos por la familia Artana, a 50 metros de donde nos encontrábamos era la casa de la familia. El pueblo medio alboratado caminaba atrás nuestro, tocamos timbre y el diálogo fue más o menos el siguiente:


– ¿Aquí vive la familia Artana?
– Sí.
– Yo soy de Argentina.
– Pase señora…


Media hora después estábamos tomando un café con el primo Segundo de Ionne, y conociendo a su tío, que fue el primer hombre del pueblo en cumplir 100 años de edad, si dios quiere este 20 (ó 10) de diciembre cumplirá los 101. Luego, la prima de Ionne y su esposo se unieron al café.


Nos iríamos sin antes intercambiar direcciones de mail, postal y sacar fotos que se fusionarían con otras en el recuerdo de Ionne, con 6 botellas de vino artesanal elaborado por la familia Artana, desde el cuidado de las vides hasta su embotellamiento y añajamiento. Completamos el día vistando dos pueblos más de la región, hogar de su abuelo y de su padre respectivamente.


El noveno y anteúltimo día en Italia y en Europa, fue dedicado a armar las valijas, descansar y prepararnos para nuestro siguiente viaje. El décimo deberíamos partir hacia al aeropuerto de Milán, donde un avión nos llevaría a Moscú, y desde allí otro a Bangkok. Un nuevo continente, o aún mas viejo, nos esperaba para que lo descubramos, con esta emoción antes de subirnos a nuestro avión, abro el celular para ver un mensaje que nos informba sobre las grandes inundaciones en Tailandia.


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