Escapada a Zárate? Mejor a Gualeguaychú (15 y 16 de septiembre de 2012)

Descansando en mi casa de fin de semana
Luego de mi primer viaje a dedo y un fin de semana en Buenos Aires que aprovechamos con nuestra amiga Tandilense Benchy, decidimos salir a las rutas nuevamente. Sería algo tranquilo, ya que partimos el sábado y el domingo a las 17 teníamos un compromiso en la ciudad. Sin embargo nada impide hacernos una escapada, término sobre el cuál reflexionaba el sábado a la mañana en el micro que nos estaba llevando a Zárate. Escapada, indica que, valga la redundancia, nos estamos escapando de algo, pero de qué, le pregunté a Mariana y concluimos que de la ciudad, tal vez de la forma de vida, sin embargo, no somos nosotros los que elegimos dicho estilo de vida, los que nos reconforta vivir en una ciudad, quiero vivir toda mi vida, o al menos mi juventud escapándome? Como Maru veía hacia dónde iba mi conversación, simplemente la cortó con un: «Aburrís». Y nos quedamos en silencio por un rato.
 
Nuestro boleto hacia el norte
Volví a dejarme guiar por el instinto y le pedimos al conductor que nos dejara bajar en la próxima bajada. Nos encontrábamos cerca del complejo Zárate Brazo Largo, zona de campings, pero antes teníamos que comer algo. Hicimos la parada técnica en una estación de servicio donde con una sonrisa nos indicaron que el precio de un sandwich de milanesa era de 25 pesos y aprovechamos para preguntar si sabían como llegar al camping. Nos indicaron pero también nos confirmaron que la zona no estaba muy buena para acampar y que era un poco peligroso, así que después de no haberlo discutido mucho, hicimos un cartel improvisado en el cuaderno que siempre llevo de viaje que simplemente tenía el número de la ruta 14. Caminamos hasta metros antes del peaje y allí estábamos esta vez juntos haciendo dedo.
 
Las medias son de Silvana y el monumento a San Martín
No teníamos un destino fijo, sólo la ruta como un referente, pero podríamos llegar donde quisiéramos. Son esos momentos donde la libertad sale de su jaula, nos rodea y me siento feliz. Habremos hecho media hora dedo hasta que una pareja y la madre del novio nos levantó en un Clio. Fue un gesto genial porque tranquilamente podrían haber apelado que no tenían lugar como ya lo habían hecho tantos otros. 
– A dónde van chicos? – Preguntó el conductor. 
– No sé, por la 14, a Gualeguaychú, por ejemplo. – Le respondí.
– Perfecto, suban.
– A donde estan yendo? – Esta vez era mi turno de preguntar.
– A Gualeguaychú.
 
Otro altar imponente de iglesia
Así una hora y media después y en un viaje con aire acondicionado esta gente nos dejó a cuadras de nuestro camping. La charla había sido muy amena y al despedirnos fue le primera vez que me lamenté en no tener una tarjeta del Blog. Buscamos el camping, armamos nuestra carpa y volvimos al centro a buscar algo para tomar. Hacía muchísimo calor y una cerveza nos hizo pensar que nos estaba hidratando. Fuimos hasta la plaza principal como para poder decir que habíamos estado en la ciudad, entramos en su iglesia, y nos alivió su alto techo que nos brindaba un lindo aire fresco, sacamos algunas fotos y de vuelta compramos un poco de carne para asar. Al volver al camping cocinamos la carne, no sin ir a refrescarnos cada tanto, ya que los inesperados 28°C a las 11pm nos tenían un tanto confundido. Terminamos de comer y nos fuimos a dormir con la tranquilidad de que nuestro nuevo amigo, un lindo perro al que le habíamos dado nuestras sobras, nos iba a cuidar.
 
El reloj de la plaza principal
Por la mañana tomábamos unos mates cuando como si nos hubiésemos olvidado completamente recordamos que en menos de 6 horas teníamos que estar en Buenos Aires, desarmamos campamento. Y nos fuimos a la parada más cercana del colectivo que nos llevara a la terminal. Decidimos caminar las paradas para ir ganando tiempo hasta que llegamos a la plaza y nos tomamos un taxi que nos mostró algunos lugares que no podemos dejar de visitar la próxima vez que visitemos la ciudad, por ejemplo, el corsódromo. Al llegar a la terminal, mientras yo compraba los pasajes, Maru impidió que el micro saliera hasta que no llegué con los boletos. Una señora mayor, me dejó su lugar en la cola diciéndome, ustedes los porteños están todos estresados. Mientras me subía al micro, me lamentaba por las sabias palabras de esta señora, aunque al mismo tiempo me sentía aliviado porque parecía que íbamos a llegar a horario.
 
Al llegar a Retiro nos tomamos el colectivo a casa, nos higienizamos y nos disfrazamos de personas para salir nuevamente a la ciudad.
 
 
Marcar el enlace permanente.

2 comentarios

  1. …y me recosté en la alfombra verde natural creada por el césped contemplando lujuriosamente la forma de y contornos suaves de los animales blancos espumosos formados por las acumulaciones de vapor de agua que se encuentran en el cielo azul.

Responder a Diego Barberio Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *