París de Compromiso (12 y 13 de marzo de 2011)

La semana pasó rápido y pronto llegó el sábado. A las 5 de la mañana salimos para París. A las 10.30 ya estábamos en una de las ciudades más románticas del mundo, o al menos que si se visitan en pareja se disfrutan mucho más. Cuando había estado en ella hace ya 2 años acompañados de amigos, supe que iba a volver pero esta vez con Mariana, lo que nunca pude saber o imaginar fue que iba a ser tan pronto.
Ni bien llegamos al hostel dejamos las cosas y nos fuimos a caminar por la ciudad, si bien estábamos cansados y una semana larga teníamos por delante, aún más extensa era la lista de cosas que queríamos hacer. La idea era hacer el tour gratuito de las 11, que ya no llegábamos, afortunadamente cambiamos al de la 1 en inglés y fuimos caminando hasta el punto de encuentro, lo que nos permitió ver un hermoso barrio lleno de vendedores y puestos de comida típica que de otra forma lo hubiésemos obviado.
El recorrido por la ciudad del tour fue muy lindo y bastante típico. La Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el Louvre, el Puente Nuevo y muchas cosas más fueron mencionadas. Terminamos el tour en la plaza de la Concordia donde tomamos unos mates. Yo me encontraba especialmente interesado en ir a la Torre Eiffel aunque Maru no entendiera por qué.
Llegamos a la torre y después de intentar subir por escalera terminamos accediendo por ascensor dado que ya era muy tarde. El paisaje que se ve en el seundo piso de la torre (donde se hace el cambio de ascensores) es basicamente hermoso. Todos los puntos importantes de la ciudad de las luces se pueden ver desde allí, el arco, Sacre Cour, el Louvre, la Estatua de la Libertad, la Defense, los Jardines de Luxemburgo, el Hotel de los Inválidos, etcétera. El frío, junto con el viento y la lluvia se hacían sentir. Tomamos el segundo ascensor y fuimos al tercer piso. Si el paisaje antes era hermoso, ahora ya de noche y metros mas arriba era deslumbrante. Caminamos y sacamos algunas fotos donde el viento y las lluvia menos molestaban.
Cuando Maru estaba mirando el paisaje y las luces de la ciudad iluminaban el paisaje busqué algo en mi bolsillo, me arrodillé y le pregunté si se quería casar conmigo. Me dijo que sí, le puse la alianza, nos besamos y brindamos con Champagne. En uno de los momentos más felices de mi vida, una pareja a las que no les vi las cara dijo «Congratulations» (Felicitaciones), nadie más y todo el mundo estaban en ese momento, después de eso nos quedamos mirando el horizonte abrazados el uno con el otro.
Estuvimos así un largo rato y decidimos volver al hostel felices con perdices.
Al otro día fuimos al Palacio de Versalles. Nota de color (y me viene a la mente la voz de Fernando Peña), mientras desayunábamos escuchamos a dos bananas argetinos chamuyándose a dos pibitas de la misma raza que ellos, las chicas iban a ir ese día mientras que ellos habían ido el día anterior, la opinión que le mereció fue: «Es un palacio más». No agrego más nada.
Llegamos la palacio, sacamos mi entrada, Maru entra en todos lados gratis, menor de 26 años y con visa de estudio en Alemania, es como si tuviera pasaporte europeo. Fuimos primero a la aldea de María Antonieta y a sus palacios, Maru estaba maravillada y se detenía a ver cada detalle, por mi parte, aunque todo me gustaba, quería ir al palacio y ver la inmensidad y la majestuosidad que tenía para mostrarnos. El vocabulario que poseo no tiene suficientes adjetivos, ni tampoco el adecuado, para describir semejante obra.
Terminamos nuestra estancia en los jardines del palacio comiendo unos «sanguchitos» y como siempre pasa en esta situación la gente que estaba cerca nuestro se levanta y se va.
Tomamos el tren y nos volvimos a París. Con la combinación indicada (como siempre pasa en esta ciudad) llegamos a nuestro destino, que en este caso, era Sacre Coeur. La iglesia es hermosa, después de recorrerla nos sentamos a rezar un ratito, cerca de gente bastante hipócrita, que nos hizo callar pero que no tenían problemas en hablar entre ellos cuando lo consideraban necesario. Las maquinas expendedoras de medallas a 2 € me hizo reflexionar en cuantos templos destruiría Jesús si volviera a la tierra. Cada vez la decepción es mayor.
Fuera de la iglesia sacamos una foto a semejante obra arquitectónica y a la iluminada ciudad donde la torre interrumpía la monotonía en la altura de los edificios. Nos fuimos caminando hasta Moulin Rouge paseando por un lindo barrio. Allí sacamos un par de fotos y nos volvimos al hostel.
Era tarde, y el Mont Saint Michel nos esperaba el día siguiente.
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