Suiza (6, 7 y 8 de mayo de 2011)

Habíamos vuelto de Italia, sabiendo que en breve volveríamos a tomar la misma ruta, en particular la A81, y si bien la semana anterior, como en todas las demás ocasiones el auto que habíamos elegido era el de categría más baja, esta vez no era así nu mucho menos. Habíamos decidido que parte del paseo iba a ser también el disfrutar del medio de transporte, así que como un regalo, más que nada para mi viejo, pero también para todos, el vehículo que nos llevaría a recorrer los alpes era un Audi A6.
Cuando fui a buscar el auto me dijeron, pidió un automático, ¿Verdad? Yo había reservado un Mercedes Benz o similar, pero no sabía que en realidad la categoría era Automático. Con toda la tranquilidad del mundo, dije, ah sí sí, pero por dentro estaba preguntándome cómo iba a hacer para manejar dicho coche. Tengo que decir que nos llevó una media hora, poder configurar el auto, es decir, en principio, pasar la computadora de abordo de alemán a español, luego encontrar el GPS integrado y finalmente comprender como funcionaba el sistema de cambios. PRNDS eran las letras de la palanca, parking, neutro, reversa, directo (?), y todavía no se qué siginificaba la S. La verdad que es muy difícil acostumbrase a ese sistema, donde sólo hay dos pedales y la palanca casi nunca se toca a no ser que se quiera retroceder. Con muchos nervios llegamos hasta casa donde estaban mis viejos esperándonos en la puerta, cuando vi a mi viejo quise disminuir la marcha para mostrarle el auto apretando el freno y el embrague inexistente con el pie izquierdo, afortunadamente donde vivo es una zona de 30 Km/h y el auto que tenía atrás estaba a unos cuantos metros, ya que frené inmediatamente. Eso mismo me habrá pasado unas 3 veces pero en los 1000 kms que hicimos me logré acostumbrar.
Después de ver la cara de mi viejo y que le sacara millones de fotos al auto, decidimos salir, haríamos noche en Interlaken, pero haríamos una pequeña escala en Zurich, como para recorrer un poco la ciudad y sacar algunas fotos. No hay que aclarar que en cada lugar que estuviésemos, éste debía competir con el confort y el placer de estar en el auto. Sin embargo la capital financiera de Suiza, y por qué no del mundo, es fascinante, con lo que decidimos estacionar el auto e ir a recorrerla, caminamos un poco por el lago e hicimos el cuirto que bordea al río, viendo las catedrales, puentes y los negocios instalados en el antiguo pueblo.

Finalmente decidimos partir hacia Interlaken, donde nos instalamos en el hostel, que es más bien un hotel, con habitación privada. Al otro día nos levantamos para aprovechar el excelente desayuno, y luego partir para el cerror Harder Kulm (no se si esta bien escrito). Mis viejos subieron en el funicular y Mariana y yo caminando, el recorrido duró unas tres horas y llegamos más que agotados. Sin embargo la vista que se disfruta vale con creces la pena. Esta era la tercera vez que llegaba a la cumbre de este cerro y la alegría que siento es inmensa cada vez que lo hago. En la cima se disfruta de una vista sensacional, viendo ambos lagos que bordean la ciudad, el rio que las recorre y la inmensa montaña que se eleva en el fondo. No tengo que decir que Interlaken es uno de mis lugares favoritos y lo recomiendo cada vez que tengo la oportunidad. Sin embargo al estar en temporada más alta, la muchedumbre tomando cafés, cervezas o helados le quitaba un poco esa conexión la naturaleza que se puede sentir en otras ocasiones.
Estuvimos en la cima por unas dos horas, cuando decidimos emprender el regreso. Descendimos y fuimos en busca de nuestro auto, para hacer un paseo por la montaña que antes veíamos a lo lejos, Die Jungfrau, fuimos hasta lo más alto que el camino nos permitió, entrando en pueblitos dignos de Heidi, con las montañas, vacas y laderas con alguna cabaña que manchaba el verde que las inundabas. Terminamos el día concluyendo, que nada de lo que viéramos el día siguiente podía superar la belleza de lo que habíamos visto hasta entonces.
La afirmación anterior no fue más que una mentira que intentó sorprender el domingo, y lo logró. Es que ese día haríamos el camino que habíamos empezado con Leo pero que tuvimos que cancelar porque se encontraba cerrado por la nieve. Pasamos por Lucerna, donde no nos bajamos del auto, pero sacamos fotos como si en un micro si techo se tratara y tomamos la ruta que pasa por diversos pueblos sumamente pintorescos, bordea rios y lagos, y trepa los alpes hasta una altura de 1952 metros, allí en el costado de la ruta , todavía había medio metro de nieve, allí como en otros lugares paramos, sacamos fotos, llenamos las botellas con agua cristalina proveniente del deshielo y seguimos viaje. Hubo momentos en lo que no sabíamos hacia donde mirar, a la izquierda teníamos cumbres cubiertas con nieve y a la derecha los inmensos valles verdes. Casi indescriptible.
Finalmente volvimos para Alemania, donde las autopistas no tienen límite de velocidad y el Audi marcó unos 231 Km/h. Terminamos la noche cenando en el Schönbuch Brauhaus en Böblingen.
Habíamos terminado un fin de semana increible, casi de película, sin embargo en 3 días el destino sería Barcelona!
Marcar el enlace permanente.

2 comentarios

  1. NO TENGO PALABRAS!! ESTOY MARAVILLADA!FELICIDADES !!
    Patricia

Responder a Guillermo Gonzalo Paez Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *