Nuestra estadía en el aeropuerto de Bangkok por unas 36 horas fue grata, pero más lo fue el hecho de subirnos al avión. Dormimos todo el viaje y deseando poder seguir haciéndolo llegamos al Vietnam donde hicimos los trámites correspondientes para poder entrar al país. Era un día soleado y afortunadamente el huracán había desaparecido.
En medio de un transito realmente caótico, y no hagan como yo que subestimé esta palabra, llegamos a la ciudad en una combi que nos llevaba amontonados. Miles de motos por cada cuadra se cruzan con otras tantas en cada esquina, sin respetar semáforos, ni mucho menos prioridades, tocando tantas bocinas como si del lenguaje de los automotores se trataran y los mismos estuviesen en una gran reunión, y borrachos!
Finalmente aprovechamos para comprar los pasajes para recorrer el país de norte a sur, pero más importante aún, para visitar Ha Long Bay, en un viaje de tres días, un lugar maravilloso, pero habrá que esperar a la próxima entrada para contar acerca de él.