Nha Trang y la isla de lo’ mono’ (26 al 28 de octubre de 2011)

Llegamos a Nha Trang, después de otra grata experiencia en el Sleeping Bus, matando cucarachas cada vez que se prendían las luces para poder bajar del bus, teniendo en cuenta que además por motivos de «higiene» no podés estar calzado, la situación se hacía un tanto más interesante. Nha Trang es una linda ciudad costera, por momentos en su boulevard costero lleno de palmeras, uno pensaría que está caminando por Miami, aunque nunca lo haya estado como es nuestro caso. Sin embargo al alejarse un poco de la zona turística, donde hoteles internacionales se relacionan con los Shoppings, uno se vuelve a sumerger en pleno Vietnam,las veredas intransitables son dominio de los productos a la venta y las calles son gobernadas por las motos y las bocinas. Fue allí donde vimos todas las profesioneas expuestas en una vidriera de cemento, zapateros, matricistas, herreros se iban sucediendo los unos a los otros y nos hacían pensar en el valor de la restauración de las cosas, ya sea como sustentación familiar o ecológica.

El primer día en la ciudad, podría decirse que fue de reconocimiento, recuperamos las horas mal dormidas en el bus y caminamos por su costa, un tanto por la playa sumergiendo los pies, otro tanto por las veredas o parques. El segundo, hicimos un paseo en un bote, que nos llevó a recorrer algunas de las islas, hicimos snorkelling (no sé si existe una palabra en español para eso), disfrutamos de un show musical luego de un almuerzo tradicional y nadamos en el mar mientras probábamos un rico vino, en fin, una propuesta bastante turística pero que nos hizo pasar un día fantástico. Allí conocimos a Francisco y Osvaldo, unos chilenos que habían estado trabajando en Nueva Zelanda, y ahora recorrían Asia con el dinero ahorrado. Fueron ellos que nos dieron algunos consejos de como vivir y viajar en este país.

Finalmente el tercer día lo dedicamos a la ciudad, aunque con pocas ganas al principio, partimos en busca del pagoda y los budas, sentado y acostado, dos obras inmensan que coronan una colina, demostrando nuevamente el poder de la religión, pero que transmiten mucha más serenidad que la ostentación católica (será que no pertenezco a esta fe y por eso no me indigna). Terminamos el día en unos templos comenzados a construir en el siglo VII en el otro lado de la ciudad. Allí volvimos a encontrarnos con Jeremie y su novia, charlamos un rato y nos despedimos rápidamente ya que ellos partían en brevedad rumbo a Saigón, nosotros en cambio, lo haríamos el día sigiuente pero hacia Mui Ne.

Nota: el título del blog se debe a la foto subida a facebook que la puede ver aquí.


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