Los Chiangs del norte de Tailandia (del 5 al 10 de diciembre de 2011)

Habíamos vuelto a Tailandia, ya felices buscamos nuestro hotel y finalmente volvimos a comer Pad Thai, a 1 dólar, como dios manda. Pasamos la noche en una pequeña ciudad llamada Chiang Kong, o algo así, a pesar de ser chica, las fotos del rey y los templos parecía salir hasta de abajo de las rocas, dormimos en nuestra habitación de lujo, aire caliente, aire acondicionado, limpieza y espacio. Al otro día partimos rumbo a Chiang Rai, viajamos en un colectivo de línea rural, algo así como si fuera el 60 por la ruta 3 a unos increíbles 2 dólares. En el viaje tuvimos tiempo para charlar, aunque a los gritos porque las puertas y ventanas se encontraban totalmente abiertas.

Llegamos a Chiang Rai y buscamos el hotel, terminamos durmiendo por primera vez en un hostel en asia a unos maravillosos 3 dólares por persona, la vuelta a Tailandia había sido fantástica y los precios volvían a ser como los recordábamos.
En aquella ciudad no hicimos mucho, recorrimos la ciudad caminando entrando en muchos de sus templos y sacando muy bonitas fotos, cenamos en una plaza llena de restaurantes muy linda, para luego encontrar la versión para locales. El día siguiente lo dedicamos a desayunar y a buscar el bus para llegar a Chiang Mai, nuestro destino final en el norte de Tailandia ya que de allí teníamos el vuelo a Phuket.



Los dos días en Chiang Mai, los dedicamos a caminar, recorrer los templos, tuvimos la suerte de ver un desfile de monjes y chicos de escuela, visitamos los mercados o puestos hippies y comimos una super picante comida india. La última noche nos despedimos de Brian, ya que nosotros nos iríamos al trecking y al volver el ya se habría ido a Sri Lanka, de bar en bar la despedida estuvo muy buena, aunque la resaca al día siguiente en la caminta se hizo notar.

Los días en el trecking fueron muy buenos, caminamos por la jungla, dormimos en el suelo de chozas de madera, anduvimos en elefantes, nos bañamos en cascadas de aguas heladas e hicimos rafting, primero en cayacs y luego en balsas de bambú, super divertido. Lo único malo de esta excursión fue la comida, ya que parecíamos presos, comiendo únicamente arroz o fideos, y la compañía de gringos imbéciles que nos preguntaban si en Argentina comíamos ratas o le decían al guía si pensaba que la nieve era caliente, en fin, boludos hay en todos lados. Volvimos a la ciudad a buscar nuestras mochilas y volver a tomar un avión, iríamos a Phuket, otro lugar paradisíaco que parece pertenecer a otro mundo, pero eso es otra historia.


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