Singapur, la capital del mundo

Y tuvimos que dejar la playa, sí, finalmente, luego de casi un mes abandonábamos el hermoso mar de Andaman, sin saber cuando, o si alguna vez, volveremos estar en un lugar así. Ya estábamos yendo a Singapur, con una pequeña escala en Melaka, para luego volver a Kuala Lumpur donde teníamos nuestro pasaje de avión hacia París.

Como dije anteriormente, antes de llegar a Singapur pararíamos a dormir en Melaka, una ciudad colonial muy pintoresca donde su belleza es realzada por la iluminación que posee en su noche. Dormimos allí y dimos una vuelta muy cortita para visitar aunque sea la parte colonial y sacar algunas fotos de rigor. Pronto nos tomaríamos el bus a Singapur. Las rutas y aduanas de Malasia son magníficas, las rutas tan avanzadas como las de Alemania pero rodeadas de una hermosa vegetación tropical y la frontera con singapur tan bonita como un gran aeropuerto.

Finalmente llegamos a la ciudad estado de Singapur, donde Brian nos estaba esperando, salimos a cenar y volvimos pronto al hostel, hasta aquí una ciudad más. Sin embargo el día siguiente nos encontraríamos con una amiga de Brian para cenar algo juntos e ir a una disco. No conozco la capital del imperio capitalista en la que vivimos nosotros, esclavos del mundo libre, Nueva York, y por eso no me atrevo a decir que Singapur es la ciudad más avanzada en la que he estado, ni Roma, París, Barcelona o inclusive Londres le hacen cosquillas a esta ciudad extremadamente desarrollada. Un tren que llega a todas partes del país tiene sus estaciones dentro de Shoppings, pero no unos simples negocios a la salida del tren, sino del estilo del Unicenter o el Corte Inglés. Estos centros comerciales estan conectados uno con otro con lo cual no es practicamente necesario salir a la calle para moverse entre ellos. Pisos y piso, extensiones de kilómetros de estos centros comerciales son el alma del consumo singapurense, donde los negocios estan situados inclusive debajo de las calles para poder seguir comprando inclusive al cruzar la calle. Dado a que nosotros simplemente estábamos paseando por esa hermosa ciudad, no voy a extenderme en reflexionar sobre la condición de libre exclavitud que estan sometidos sus ciudadanos, sumergidos en una necesidad del consumo innecesaria, donde hasta las banda musicales escriben canciones a determinados modelos de Zapatos o Jeans.

Y de la misma forma que en Chiang Mai, hicimos el trecking por la selva, en Siem Reap visitamos los templos de Angkor Wat, aquí cedimos ante la tentación del consumo y nos dimos algunos pequeños gustos. Hicimos algunas compras, practicamente no caminamos a ningún sitio, sino que tomamos los trenes cuantas veces hiciera falta, nos sacamos el disfraz de mochilero y paseamos vestidos como seres más civilizados y comimos un buen sushi, que vale aclarar, que salió menos de la mitad de lo que saldría en buenos aires. Visitamos el centro de la ciudad, donde no pudimos encontrar una construcción que no estuviera destinada a un Shopping y hasta fuimos al casino, donde la apuesta mínima de las mesas comunes ascendía a los 50 dólare singapurenses, unos 35 gringos. El casino se encuentra situado en una isla artificial que hace apenas 3 años no existía, en tres rascaciales unidos en su cima por un barco. Indescriptible.

Por finalizar el último día visitamos Little India y China Town, los barrios de estas dos culturas que son otro mundo dentro de esta ciudad. Tomamos una cerveza con nuestro amigo y nos despedimos. Él se iría a Buenos Aires y nosotros a Kuala Lumpur, capital malaya, desde donde teníamos nuestro vuelo a París. En la próxima entrega, nuestras aventuras en las tierras de las torres Petronas.



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